Como una señal de mal augurio, sobre el fin de los tiempos que se avecina en la Sultana del Valle, recibieron miles de caleños la medida tomada por la alcaldía en torno a un nuevo recorte en el tiempo que los habitantes de esta urbe podrán dedicarle a la rumba desenfrenada. Actividad por la que son populares en el resto del país los raizales de la capital vallecaucana. Hasta las dos de la mañana ha llegado la desmesurada reducción. El argumento esgrimido por el alcalde y sus secretarios se relaciona con la alta accidentalidad que en las horas de la noche se viene presentando. Tal como queda evidenciado en la fotografía que acompaña esta nota, los caleños parecen perder el rumbo luego de las largas ingestas de licor a las que se dedican con fruición.
La nueva medida, que entrará en vigencia este fin de semana, incluye a Juanchito, Jamundí, Candelaria y Yumbo, ciudadelas de la rumba vecinas de esta capital, donde los desaforados rumberos concluían sus parrandas hasta la semana pasada. Las gentes de la región se han tomado con gracia el impedimento y ya lanzaron un slogan que expresa su indomable espíritu: ¡A beber que el mundo se va a acabar!
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